TRASTORNO ALIMENTICIO
Mi experiencia con la anorexia
Hay personas que pueden pensar que tener anorexia es una moda, pero no hay realidad más alejada que esta. Uno no se propone entrar en esta enfermedad, sin embargo, el poder de este ser que se instala en tu interior, es tan fuerte, te hace sentir tan poderoso, que finalmente entras de cabeza, perdiendo tu voluntad y convirtiéndote en un títere que se mueve a sus necesidades, no a las tuyas.
Yo empecé a desarrollar la enfermedad de la manera más insignificante que se pueda imaginar, cambié la merienda por una fruta, así de simple y a la vez sorprendente. Nunca había tenido complejos con mi cuerpo, pero de repente al hacer un cambio importante en mi vida, cuando me casé, mi interior empezó a coger miedo a engordar. Con el cambio de ritmo, el cambio de hábitos y los preparativos de la boda, bajé un poco de peso, nada significativo, pero los comentarios de la gente “estás guapísima, ahora si que estás guapa …” fueron la combinación perfecta para ocultar a través de mi cuerpo los miedos interiores que no quería oír, comenzando así un infierno del que casi me cuesta la vida en varias ocasiones.Cada vez que escuchaba un comentario sobre mi físico me sentía mejor, más segura, más feliz… y mi cabeza me hizo creer que todo este bienestar me proporcionaba mi cuerpo y, por ello, era necesario continuar con este nuevo ritmo de vida que me había impuesto. Al principio todo eran victorias y alegrías, me sentía segura, no tenía vergüenza para expresarme, me sentía admirada … era alguien !!! Pero poco a poco el miedo a no poder mantener este nuevo cuerpo iba creciendo, y lo único importante era no perder lo que había conseguido, o mejor aún, no ganar peso para poder mantener ese estado de euforia que me regalaba la báscula cada vez que subía a ella y el número era menor, eso sí, siempre con la promesa a mi misma que todo lo tenía bajo mi control.
Consecuencias de la anorexia en mi vida
Después la cosa fue cambiando y a la vez que mi cuerpo se deterioraba también lo hacía mi interior.
El único motor en mi vida era mi cuerpo, no ganar peso, las calorías, el ejercicio, el quemar, las obsesiones, las comprobaciones. Mi cabeza estaba tan ocupado calculando las 24 horas del día, que no tenía tiempo para nada más.
Ya no quería quedar con los amigos porque eso me sacaba tiempo para hacer lo que la enfermedad me pedía, no quería comer ni cenar con nadie por miedo a sentirme observada o miedo a no poder saltarme la ingesta, esquivaba a mi familia por no escuchar ningún comentario sobre el delgada que me estaba quedando, no quería salir porque creía que todo el mundo me observaba … Sólo sentía dentro de mí la voz de aquel ser que me iba dictando lo que tenía que hacer, prometiéndome paz y fidelidad eterna pero sin insinuar ni un momento que me llevaría directamente a la muerte.
No sólo iba cambiando físicamente, sino que mi carácter también lo hizo, me volví una persona fría, amargada, obsesiva, sin sentimientos, agresiva, incapaz de reír o llorar, egoísta, manipuladora, mentirosa…
Una vez dentro del círculo vicioso me fue muy difícil pedir ayuda, si comía era débil y después necesitaba eliminarlo de mi cuerpo, pero cada vez mi cuerpo estaba más deteriorado y ya no notaba sus signos de alarma. Se me retiró la menstruación, perdí el conocimiento varias veces, el intestino se me paralizó, me salieron heridas por hacer tanto ejercicio, mis padres tenían miedo de que durmiendo se me parara el corazón … pero aún así, este ser me daba la suficiente fuerza como para seguir exprimiendo mi cuerpo día tras día.
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